Terminando septiembre, el estío se aferra al calendario como si no quisiera soltarnos nunca, consciente de que tardará mucho en volver. Los rayos de sol y las temperaturas agradables serán, en poco tiempo, cosa del pasado, para dar paso al ocre y el frescor del otoño.

Y en esa lucha por no desaparecer sin dejar en nuestra mente el recuerdo del buen tiempo, llega ahora el “veranillo del membrillo”: un episodio anual de luz y calor que nos prepara para tiempos más fríos.

Quizá no hayas oído muchas veces esta expresión. O quizá, si tienes la suerte de hablar a menudo con abuelos o personas mayores, sea parte de tu vocabulario habitual. Porque, en efecto, “el veranillo del membrillo” es una de esas frases de toda la vida que perviven en el colectivo imaginario.

Es curioso cómo, a la vez que adoptamos términos tan modernos como ‘guasapear’, ‘tuitear’, o ir de ‘afterwork’, conservamos ciertas expresiones tradicionales que se resisten a abandonarnos. Quizá tiene mucho de nostalgia, pero principalmente se debe a la pervivencia del regustillo vintage del lenguaje de nuestra generación. 

Y es que, más allá de las tendencias en moda o decoración, la moda vintage también impregna nuestra lengua. Y seguimos pensando que ciertas cosas “no valen ni un duro”, pese a la extinción de nuestras recordadas pesetas; o pedimos “colgar el teléfono”, pese a que los modernos smartphones no están anclados en la pared donde había que depositar el auricular de gran tamaño.

La lengua es algo vivo, no estático, en constante cambio. Mientras la necesidad de buscar nuevas expresiones aumente, el vocabulario se expande, al combinar viejas palabras o inventar nuevas para expresar los matices y complejidades de la vida humana, sea en la época de la Historia que sea.

Y por eso seguimos reivindicando los últimos días de septiembre como ese “veranillo del membrillo” que nombran nuestros mayores. Una época perfecta para recolectar ese fruto que le da su nombre, y con el que preparamos nuestro producto estrella: el membrillo Santa Teresa. Una receta de las de toda la vida, elaborada con fruta fresca y con una producción artesanal. Recogemos a mano cada membrillo, uno a uno, y obtenemos la pulpa más deliciosa con los mejores trozos. Con una receta tan tradicional y auténtica como las expresiones de nuestras abuelas que, lejos de estar desfasadas, siguen tan de moda como nunca. Porque si lo vintage está de moda, la cocina vintage, con productos tan ricos como nuestro membrillo Santa Teresa lo está aún más. Llena de romanticismo y nostalgia tu otoño con el ocre de las hojas y el dorado del membrillo Santa Teresa. 100% natural. 100% auténtico.